Una lámpara que funciona gracias a las bacterias
Es una lámpara, pero también una planta. Se coloca en el escritorio y se enciende sin tener que conectarla con un cable a la corriente. La energía se deriva de las diminutas formas de vida presentes en la planta, las bacterias.
Esta brillante idea llegó a una start-up italiana, Creon, formada por jóvenes investigadores interesados en el mundo de la sostenibilidad. Son tres jóvenes: Federico Merz (director general de la empresa, estudiante de biotecnología y comerciante de frutas y hortalizas), Giulia Minghetti (arquitecta y directora de proyectos) y Alessandro Turcato (biotecnólogo). Hace seis años, se enteraron de la existencia de las células de combustible microbianas. Gracias a un proceso metabólico, estas generan electricidad a través de microorganismos que viven en el suelo. Por tanto, esta técnica se basa en una serie de reacciones bioquímicas que producen energía de forma extremadamente sostenible y sin producir gases de efecto invernadero u otros contaminantes.
Su principal objetivo es encontrar una alternativa a la iluminación pública, con el fin de iluminar los parques y jardines de las ciudades utilizando un nuevo tipo de energía renovable. Su invención podría ser un gran punto de inflexión en general, pero sobre todo sería de enorme ayuda para su país, que es uno de los mayores consumidores de energía y recursos para la iluminación de sus ciudades.
Según un estudio de 2018, realizado por el Observatorio de cuentas públicas italianas de la Università Cattolica de Milán, titulado «Illuminazione pubblica: spendiamo troppo» (o sea «Iluminación pública: gastamos demasiado), Italia consume demasiada energía para el alumbrado público. Los datos muestran que en 2017, por ejemplo, la cantidad de electricidad utilizada para este fin equivale aproximadamente a 6.000 GWh, con un consumo per cápita de 100 kWh, casi el doble de la media europea que se sitúa en 51 kWh. En términos económicos, el alumbrado público cuesta a los italianos 1.700 millones de euros al año.
Este dato también aparece en las imágenes de la NASA, que muestran claramente que «Italia es uno de los países más iluminados del continente». Al comparar imágenes que muestran los flujos luminosos per cápita de Italia y Alemania, el flujo luminoso de la primera es casi el triple que la de la segunda.
También a la luz de lo que ha surgido de diversos estudios sobre el tema, los jóvenes investigadores están cada vez más convencidos de llevar a cabo su proyecto e iluminar, con su invención, Italia y, quizás, el resto del mundo. Por el momento, su planta-lámpara ya ha recibido varios premios, ganando a Creon el premio “Start Up Light Up” de la Asociación Italiana de Iluminación, el Lifebility Award en 2016 y el de la Fundación Alamo de Milán en 2017.